Un mentor para enseñar al alumno cómo manejar al crónico fuera del aula
Una revisión científica reciente reivindica un cambio de paradigma en la universidad para dotar a los futuros médicos de conocimientos suficientes sobre la cronicidad en su periodo formativo. Un déficit que pide un cambio “muy profundo” del sistema universitario, según ha afirmado a este diario Ignacio Novo, miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). “Que sirva como toque de atención a las universidades para que empiecen a implantar cambios”, subraya.
Para ello, Novo pide sacar a los alumnos de las aulas para llevarles a “donde están los pacientes”. “El modelo de estar en las aulas metido durante seis años escuchando las clases magistrales, claramente, no sirve para esto”, zanja el internista, que pide mayor presencia de la cronicidad en las facultades de Medicina.
El estudio, llamado ‘La docencia sobre cronicidad en las facultades de Medicina: una revisión de la situación actual’ y en el que han participado facultativos de prestigio como Rafael Bengoa, experto en salud pública, o el internista Antonio Pose, pone de relieve que el envejecimiento progresivo de la población y la inversión económica han llevado a una situación en la que las enfermedades crónicas están ganando más peso. “Este nuevo reto afecta no solo a la práctica clínica diaria, sino también a las facultades de Medicina y a su forma de enseñar”, recalca el documento, añadiendo que “la situación actual y futura requiere un profundo replanteamiento de los planes educativos de las facultades”.
Apuesta por un cambio total en la docencia
Novo señala que “no tendría mucho sentido” incorporar a la docencia universitaria una asignatura sobre cronicidad. Apuesta por ir más allá y cambiar la orientación y los planes formativos hacia las competencias transversales. Por ejemplo, el internista propone implantar un periodo de tiempo para que el alumnado se forme en esas competencias. “Que sepa orientar y manejar a un paciente crónico en general, no tanto encasillarlo en si tiene una enfermedad pulmonar crónica o una patología cardíaca crónica. Sino abordar toda la complejidad que implica la cronicidad, que no se hace en una asignatura”, remarca.
Para fomentar ese cambio “profundo y complicado” pero necesario según Novo y sus compañeros, fijan en talleres prácticos una posible solución. “Hay una propuesta muy interesante que es la de los mentores de los alumnos, que son pacientes que hacen casi de profesores. Pero para hacer esto necesitas tener grupos pequeños de alumnos e implicar a mucha gente”, señala Novo. Su implementación requeriría, según el facultativo, movilizar a profesionales de los Servicios de Medicina Interna, que sería el colectivo que “debería dirigir” el proceso.
Europa, a la cola internacional en cronicidad
El documento que se ha publicado en la Revista Clínica Española critica que “ninguna facultad de Medicina” en España reconoce la cronicidad como una competencia transversal. En el resto de Europa, los autores indican que algunas facultades del Reino Unido, Francia y Alemania han realizado recientemente “cambios profundos” en sus programas educativos y han establecido programas basados en competencias. No obstante, Ignacio Novo especifica que a nivel europeo no hay países que marquen la diferencia, puesto que ninguno ha llevado a cabo un “avance sustancial”. “En el vagón de cola pondría a toda Europa junta”, comenta.
Estados Unidos y Canadá son los dos países más ‘punteros’ al respecto, debido a que son más “novedosos o avanzados” en la cuestión de la cronicidad, según argumenta el internista. “El resto de países, en general, diría que están en una posición muy parecida, ya que apenas tienen planes formativos, ni asignaturas, ni experiencias interesantes en este campo”, detalla Ignacio Novo.
Es por ello que el estudio aboga a adaptarse al modelo americano. Explican en el texto que en Estados Unidos, la mayoría de las facultades de Medicina tienen un programa educativo basado en las competencias, y que aunque la presencia de la cronicidad no sea “explícita”, sí se encuentran conceptos relacionados con la calidad de vida, el estado funcional o la relación entre las enfermedades crónicas y la vida sociolaboral. Algunos de esos proyectos se han implantado en las universidades con un “alto grado de satisfacción” de sus estudiantes.